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Juegos de mesa: Bloodborne

Vashnevskaya

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Hoy revisamos un título relativamente fresco, que aprovechó el tirón del videojuego para aparecer hace dos años, aunque no hace tanto que se tradujo al español. Un juego de cartas, especular qué van a hacer los compañeros, y acaparar puntos de victoria en un juego competitivo-cooperativo. ¿Le echamos un vistazo?

El juego trae una caja cargadita, para lo compacta que es. Tableros para indicar puntos y recursos hasta para cinco jugadores, diales para el recuento de vidas, token de primer jugador, dados de monstruos, fichas de puntos de sangre a mansalva, y cartas de equipo de jugador, de mejora, de monstruo, y de jefe final. Hay muy poco aire dentro de la caja, y de hecho si queremos enfundar las cartas y que sigan entrando en el hueco que viene preparado nos toca recurrir a fundas atípicas, como las de 63'5x88mm de Mayday Games de etiqueta verde, ya que cualquier otra genérica hace que o bien se doblen las esquinas de las fundas, o no entren directamente.

La maquetación por su parte no está mal tampoco, se ve cuidada y bien hecha, y uniforme, aunque para mi gusto tiene una estética que me choca un poco, ya que a todas luces las imágenes son capturas de pantalla del videojuego, y descolocan un poco.


Pero vamos al lío, a cómo se juega a esto. En Bloodborne cada jugador tiene una mano inicial con cartas que representan armas y opciones de juego. Al comienzo del juego se prepara un mazo de cartas aleatorio con los monstruos a combatir, así como una pila de cartas de mejora y un monstruo final, y luego, ronda tras ronda se van empleando las armas que tengamos o las que vayamos consiguiendo en tratar de tumbar a dichos enemigos, hasta llegar al jefe final. Cuando termine el juego, quien tenga más puntos de victoria, gana.

La mecánica es la siguiente: se muestra al primer monstruo del mazo, cada jugador pone sobre la mesa una carta boca abajo que representa su elección para ese turno, se revelan las cartas, se resuelven los ataques del monstruo, y se resuelven los ataques de los jugadores. El daño causado por los jugadores al monstruo se convierte en puntos de sangre, o sea, de victoria, que ganamos, y a mayores al derrotar a la criatura se ganan trofeos de hasta tres tipos diferentes, que nos darán puntos de victoria adicionales en función de cuántos tengamos al final del juego. Y hasta aquí el planteamiento inicial.

Como vuelta de tuerca tenemos cartas con efectos particulares, como armas que infligen daño antes de que el monstruo y los compañeros lo hagan, otras que hieren a todo el grupo, pociones de curación, habilidades especiales en gran parte de los monstruos, y el llamado Sueño del cazador, una carta inicial que nos permite poner a salvo los puntos de sangre acumulados (ya que si morimos se pierden), recuperar las cartas usadas hasta el momento, y ganar mejoras. Así tenemos cierta variedad de acciones, especulación sobre lo que harán los compañeros, el extra de las cartas de mejora, y las condiciones especiales que imponga cada monstruo.


El problema, desde mi punto de vista, está en que parte de la idea del Dungeon Raiders (del que ya hablaré en otro momento) de estar a expensas de lo que hagan los compañeros, para colaborar y matar monstruos, pero tanto las acciones que tomamos como las consecuencias son tan débiles, que el margen es muy pequeño. Empezamos con tres armas distintas iniciales, y al irse jugando y gastando, es muy obvio que los compañeros usarán el Sueño del cazador para reponerlas, o será muy fácil adivinar su próxima jugada. Según el orden de turno es sencillo calcular si matarán al monstruo o no antes de que nos toque, escogiendo entonces entre anticiparnos con un disparo rápido para robar algún punto de victoria extra, o descansar y reponer cartas. Y debido a que se usa el Sueño con tanta frecuencia, es raro que un jugador acumule tantos puntos de sangre sin asegurar como para que salga a cuenta intentar que muera entre daños colaterales y ataques del monstruo. Que esa es otra, es muy, muy difícil que un jugador muera a menos que juegue de forma suicida, o vayan muchos jugadores a por él, pero si hay que elegir entre atacar a un monstruo o perjudicar a un jugador, en lo que a puntos de victoria se refiere siempre será muchísimo más beneficioso para nosotros cazar, que pernicioso ir a por un jugador.

En resumen, el juego parte de una idea curiosa, y busca una mezcla de competición por puntos de victoria, y cooperación involuntaria para derrotar monstruos. Sin embargo, la variedad es muy limitada, es fácil prever a grandes rasgos las acciones de los compañeros, la cooperación va a ser forzada ya que es casi imposible derrotar monstruos sin ayuda. Además, la puntuación acaba siendo muy similar debido a que hay realmente pocas oportunidades de hacer una jugada en la que podamos adelantar a los demás en puntos.

Si sois fans del videojuego y os encanta la estética, el juego de cartas gana enteros, seguramente. Sin embargo, si buscáis un juego sencillo de mesa en el que haya cooperación pero competición, Bloodborne se lleva un aprobado, pero hay opciones más sencillas y con más posibilidades, como La Resistencia, o el mencionado Dungeon Raiders, y además por menos de la mitad de precio.


Puedes ver la entrada original, con imágenes, y muchas más, aquí:
http://ravenscourtabbey.blogspot.com/2018/08/juegos-de-mesa-bloodborne.html
 
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